En medio de una pandemia que arrasa al mundo entero de pronto me encuentro en una mesa de dialogo junto a dos colegas emprendedores y un reportero de cierto periódico de alta circulación en México. ¿El tema? Tecnología. Comenzamos a platicar acerca de la forma en la que la tecnología ha apoyado y puede seguir aportando valor para elevar el nivel de vida de la humanidad en general. De forma más particular fuimos profundizando en cada uno de nuestros emprendimientos: por un lado, telemedicina, por otro reclutamiento de talento en programación y, finalmente, nosotros en la parte de analítica, big data e inteligencia artificial. El periodista nos comienza a hacer un par de preguntas a cada uno, me tocó ser el último. No era de asombrarse que se asociaran los temas con la crisis sanitaria actual, pero lo que si me sorprendió fue que al llegar a mí la pregunta estuvo lejos del tema COVID, de hecho, la interrogante fue: “Ustedes que están en esta parte de los datos, el big data, la inteligencia artificial ¿cómo ven el tema de las ciudades inteligentes? ¿qué nos falta en México para poder consolidar una ciudad inteligente?” Confieso que en un inicio hasta me puse a pensar si es que era prudente no hablar de COVID, pero me gustó tanto la duda que he de dedicar esta columna a hablar de ciudades inteligentes, si, aún en esto tiempos donde el tema central pareciera ser otro.
¿Qué es una ciudad inteligente?
Antes de comenzar nos gusta plantear la base de conocimientos necesarios sobre el tema. Iniciemos por definir el concepto de ciudades inteligentes (Smart Cities en inglés). De acuerdo con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) una ciudad inteligente es aquella que coloca a las personas en el centro del desarrollo, incorpora tecnologías de la información y comunicación en la gestión urbana y usa estos elementos como herramientas para estimular la formación de un gobierno eficiente.
A nosotros nos gusta también la perspectiva que define a una ciudad inteligente como un núcleo urbano que disponen de tecnología para desarrollar el bienestar de sus ciudadanos con el máximo respeto al medio que los rodea, alcanzando un punto de equilibrio llamado sustentabilidad. La implementación de tecnologías de última generación supone una mejora sustancial en la calidad de vida de los ciudadanos. Deben enfocarse en garantizar movilidad, seguridad, habitabilidad y bienestar a todos ellos.
¿Por qué una ciudad inteligente?
Ahora bien, la relevancia de esta nueva forma de organización urbana trasciende a un tema de moda o una tendencia pasajera. Lo hemos estado escuchando en el argot de negocios en temas de productos y servicios, diseñar centrados en el usuario es la diferencia para dotar de una experiencia más que de una solución al cliente final y generar ese valor. En el tema de ciudades no es distinto, al poner a las personas en el centro del desarrollo se generan nuevas ideas de concepción espacial y de organización que nos ayudan a innovar en muchas formas, entre ellas, las interacciones que se tienen con los servicios públicos y hasta la manera en la que nosotros mismos realizamos algunas actividades.
Si hablamos de un ejemplo en particular podría ser la congestión vehicular. Esta es una de las principales preocupaciones en las grandes ciudades de México, debido al impacto social y económico que generan. En términos económicos, el costo de horas productivas perdidas a causa de la congestión vial es de $94,000,000 millones de pesos al año, así lo dio a conocer el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) el pasado mes de marzo del presente año.
Víctimas de embotellamientos, los habitantes de México pierden alrededor de 432 horas al año en traslados para poder realizar sus actividades, lo equivalente a entre 11 y 18 días perdidos al año. Ante esta problemática, diversas ciudades están buscando migrar a este esquema de ciudad inteligente.
¿Cómo convertirse de ciudad en ciudad inteligente?
Ciudades con sensores distribuidos en diversos puntos de su territorio, dedicados a recolectar información en tiempo real que mejore la movilidad de sus habitantes. Ciudades con sistemas de alumbrado público, que adapten su nivel de iluminación a las condiciones del entorno, o con cámaras de seguridad vinculadas a un software de análisis, capaces de identificar situaciones de anormalidad y hacer reconocimiento de imágenes. Los ejemplos descritos previamente son una muestra de las diversas formas en las que pueden funcionar las ciudades inteligentes.
Si bien no existe una metodología desarrollada sobre como convertirse en ciudad inteligente, Deloitte ha tenido a bien darnos algunas directrices para lograrlo:
- Definir los objetivos estratégicos. ¿Qué queremos decir con esto? Que se tienen que analizar las razones por las que se quiere migrar a un modelo de ciudad inteligente.
- Una vez que se hayan definido los objetivos, debe elaborarse un diagnóstico robusto, el cual permita a las ciudades identificar ya sean sus problemas –como cuestiones de movilidad o servicios– o bien su vocación –por ejemplo, turística–, aspectos que pueden ser solucionados o impulsados a través de la tecnología.
- El siguiente paso es aterrizar ese diagnóstico en una cartera de proyectos, es decir, definir la manera o las acciones concretas que se van a poner en marcha para lograr los objetivos planteados.
- Posteriormente, tiene que diseñarse un caso de negocio en el que se establezcan los mecanismos de financiamiento para los proyectos, se analice su rentabilidad y los recursos que se necesitarán para su implementación.
- Finalmente pasar de la planeación al despliegue físico y operativo.
¿Qué nos falta en México?
Para empezar, hay que reconocer que en México tenemos 5 ciudades que están encaminadas a convertirse en ciudades inteligentes dentro de algunos años. Algunas han estado trabajando por más de 6 años y han logrado avances significativos. Estas ciudades son: Maderas, Querétaro, Smart Puebla, Ciudad Creativa y Tequila.
Ahora bien, en mi opinión, que aparte coincidimos en la mesa de dialogo junto a los colegas y el reportero, lo que nos sigue haciendo falta para poder avanzar más ágilmente en estos temas de convertir ciudades en ciudades inteligentes es la cuestión de la colaboración. Cuando estas hablando de intervenir con sensores las calles, poner cámaras, monitorear los servicios públicos, etc. Se requiere una colaboración, por no mencionar una sincronía técnica, de tamaños descomunales que solo he visto en México en tiempos de desastres naturales como la recuperación después del último temblor en CDMX, por ejemplo. Esto nos llama no solo a plantear la colaboración como un mecanismo necesario para ejecutar proyectos de este estilo sino a realmente concientizarnos de que los nuevos modelos de negocios son colaborativos desde origen y debemos premiar las alianzas y las sinergias desde la concepción de nuestras empresas hasta la manera en la que gestionamos las ciudades.
Terminamos la platica entre risas esperando no ser imprudentes al haber estado hablando de temas ajenos a la pandemia, pero sin duda fue una reflexión bastante enriquecedora. Y tú, ¿Qué opinas al respecto? Cuéntanos en nuestras redes sociales
@DatlasMX
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